El dragón que no sabía escupir fuego

En Catalunya, cada 23 de abril se celebra el día de Sant Jordi (la tradición indica trocar una rosa por un libro)
En 1996 la UNESCO declaró la misma fecha como Día Internacional del Libro.
Nuestra compañera, Gloria Clavero Aranda, escribió este cuento:
"Hace mucho tiempo, existió en las montañas de Catalunya, un pequeño dragón que no podía escupir fuego.
Aunque la madre dragona y el padre dragón le enseñaban y le explicaban como hacerlo y como controlar las llamas para no dañar a ningún ser vivo, el dragoncito tenía miedo y prefería tocar una flauta de pan que un niño le había dejado en la puerta de la cueva en la que habitaba con sus mayores.
Sin embargo, llegó el día del cumpleaños de la mamá dragona y como regalo, el pequeño dragón echó fuego por sus fauces, las llamas salieron despacito de su hocico, tal como él quería. Pero lo más extraordinario, es que el fuego le brotaba acompañado de notas musicales, porque se había tragado, sin querer, la flauta de pan y al hacer esfuerzos por escupirla, lo que le salía era un fuego musical que hacía reír a sus padres y a él le provocaba gran felicidad.
A partir de ese momento, decidió hablar con su amiguito, el niño que le había regalado ese precioso instrumento, que él tanto quería y que ahora lo llevaba incorporado dentro de su estómago.
El niño le apoyó en su idea de crear las Fiestas del Fuego del Mediterráneo.
El dragoncito era feliz, se sentía un artista, porque no solo adoraba la música, sino que también amaba la poesía y le encantaba escucharla de la boca de su amiguito.
Sucedió entonces, que el niño le regaló un libro y el dragoncito descubrió que leer era tan divertido como tocar la flauta. Así llego a comprender que las palabras eran el gran tesoro de los humanos. Desde ese momento, quiso ser como ellos. Pero no podía, porque había nacido dragón, y sabía que crecería y que su función principal sería escupir fuego.
Pero su amiguito humano, le explicó que en la tierra también existían unos seres muy especiales llamados mujeres. El niño le contó que estas mujeres se construían a si mismas con palabras.
Las mujeres inventaban cuentos, que surgían tejiendo sus propias historias, dándoles las formas que ellas deseaban. Así leían, cantaban, reían y hacían de la vida un lugar agradable.
Fue a partir de este relato hecho por el niño, que el dragoncito deseo convertirse en una niña humana Y su deseo fue tan fuerte, que se introdujo en forma de música en algunas palabras que hilaban las mujeres cada jueves, en un pueblecito del Mediterráneo. Eran mujeres de todos los colores, que tejían historias con diferentes palabras, originarias de sus lenguas ancestrales.
Desde ese momento, lo maravilloso es que cada jueves, las mujeres descubren más canciones, más poesías, escuchan más músicas de todas partes del mundo. También hay días en que sienten mucho calor, aunque es invierno en el Mediterráneo. El calor las hace reír, las hace contentas y sus palabras se hacen cada vez más apasionadas.
Quizás no se hayan dado cuenta, pero el dragoncito que no sabía escupir fuego, se les metió en el alma, y las abriga y les susurra canciones y las acompaña con su flauta de pan de origen humano, que se quedó para siempre dentro de él ".

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